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Foto del escritorSol López

Los pedidos que no hacemos

Actualizado: 29 sept 2020

¿Te ha pasado alguna vez enfadarte con alguna persona que te importa porque las cosas no son como te habías imaginado? ¿Querías hacer algo que no te animaste a expresar y te quedaste con las ganas? ¿Te arrepientes algunas veces de no pedir lo que realmente querías?

Te voy a contar una historia con la que aprendí la importancia de hacer los pedidos que necesitamos hacer.


Seguramente tú también tienes una persona favorita con la que el tiempo parece no pasar nunca (independientemente del tiempo que haya pasado cuando la viste cara a cara por última vez). Esa persona con la que compartes cada acontecimiento de tu vida sin dudarlo, sea bueno o malo, porque sabes que no te juzgará. Esa personita con la que pareces sincronizado porque compartes aprendizajes o nuevos rumbos de vida y de desarrollo personal sin haberlo planificado nunca.


Este post va dedicado a mi amiga del alma, Valeria, mi compañera de vida desde la adolescencia, de aventuras y de mil anécdotas de las que hoy podemos reírnos cada vez que nos encontramos una vez al año.


¡Benditos momentos con mate, cervecita o copa de vino en mano!


Antes de contarte la historia, me gustaría ponerte en el contexto en el que sucedió mi aprendizaje.


Como muchos caminantes del corazón ya sabéis, hace más de 10 años que vivo fuera de mi país natal.


Todas mis amigas y familia siguen viviendo allí, por lo que cada uno de mis viajes anuales de visita, suele ser una verdadera fiesta gitana de 10, 15 o 20 días, dependiendo lo que dure mi viaje. Es un no parar de reunirme con alguno para comer, tomar un mate o cenar. Organizamos agendas, llamadas desde semanas antes para quedar con los que quiero ver y extraño, con los que no, con los que quieren verme a mí, y así pasaba mis viajes de un compromiso a otro, pero muchas veces con la sensación de que me había faltado tiempo para alguno de los que me importaban especialmente.


¡Confieso que a mí me encanta la paliza de esos días! Los vivo con la sensación de que te vuelve el alma al cuerpo, un sentimiento de ansiedad y excitación que empiezo a distinguir desde que compro el pasaje cada año, momento también en el que empiezo a contar los días y horas que faltan para esos abrazos, esos besos y ese poder compartir tocándonos … sí, gracias a la tecnología hablamos todo el año por diferentes métodos, pero el poder agarrarte una mano, reírnos o llorar juntos, uno al lado del otro, no tiene precio. Al menos para mí, no lo tiene.


Con los años he conseguido disfrutar de lo que realmente quería hacer en esos días, de ver a quién yo tenía muchas ganas de ver y si algún compromiso quedaba fuera, aprender a llevarlo sin culpa.


Pero ese aprendizaje no fue gratuito, me costó meses de enojo con mi amiga del alma, hasta que comprendí lo que pasaba …


¿Empezamos con la historia?


Como todos los años, me quedaban escasos días de vacaciones en mi trabajo, así que solo podía irme 10 días a Argentina para las fiestas. Por precios de pasajes estaría en mi ciudad, mi querida La Plata, del 29 de Diciembre al 7 de enero solamente. ¡Revolución de compromisos y agendas!

Mi primer decisión fue no hacer planes más que con las personas que yo necesitaba ver, compartir y estar. Valeria era una de esas personas de mi lista selecta, así que cruzamos con whatsapp con fechas de viaje y quedamos en que por supuesto nos veríamos, sin concretar más porque para nosotras, con eso valía.


Como imaginarán, finales de año son fechas caóticas para todos. Entre los cierres de año de las escuelas (Valeria tenía solo a mi ahijada entonces), las fiestas de despedida de los trabajos, las cenas y compromisos con amigos … las agendas se complican.


Llegué el 29 a Argentina, el 30 intenté quedar con Valeria pero no conseguimos dar, le dejé mensajes y día 31 acordamos que nos veríamos el día primero por la tarde, cuando los festejos familiares cesaran un poco.


En la familia de mi madre esto es un imposible. Mi madre tiene 9 hermanos, somos más de 30 primos y las fiestas son una verdadera reunión gitana. Sabemos a la hora que empezamos pero nunca hay horario de cierre. El día 1, además, otra de mis hermanas que también vive fuera, estaría en la ciudad compartiendo el día con la familia.


Total que aunque sería un caos, prefería eso a no vernos.

El encuentro se produjo tal y como acordamos. No hubo chances de hablar tranquilas, noté rara a mi amiga, como cortada y se fue muy de prisa. Sólo compartimos una hora, que me aparecieron escasos minutos. ¡No me alcanzaba para esperar nuevamente otros 11 meses hasta volver a vernos! Me enfadó que se fuera pronto, pero con el ajetreo de gente, me distraje.

La llamé a los días para quedar de nuevo, pero ella no podía, salían de vacaciones y estaba con todos los preparativos para viajar.


Al volver a Madrid, mi enojo empezó a incrementarse … estuve meses enojada sin decirle nada … en mi cabeza no cabía la posibilidad de que pasara algo, y los pensamientos negativos sobre el tema me invadieron: ¿no le importaba verme? ¿la distancia había hecho mella y ya no disfrutaba de compartir un rato conmigo? ¿por qué las prisas si estamos deseando todo el año vernos? ¡yo no le había hecho nada para que se ofenda! ¡Siempre nos decimos todo ¿Qué pasaba esta vez? ¿estaría enojada porque yo no habría estado para ella en algún momento del año?


Podría escribir páginas enteras de este tipo de oraciones que se creaban en mi mente antes de que pudiera aprender algo …


Meses más tarde,ya con más dolor que enojo, la contacté, le pregunté qué había pasado y claro que quería compartir, pero era tan importante por lo que estaba pasando que necesitaba tiempo a solas, tiempo que no pidió, que no ofrecí y que generó ese enojo.

¿Saben qué tanto más fácil hubiese sido decirnos desde el primer momento lo que necesitábamos? ¿cuánto dolor nos hubiésemos ahorrado? Porque ahora nos reímos de eso y lo gestionamos de otra manera, pero en esos meses, el no pedir lo que necesitábamos nos alejó más que físicamente.


Con todo esto aprendí la importancia que tiene pedir, empecé a preguntarme por qué no lo hacemos muchas veces (qué nos impide pedir) y a pensar en cuál es la manera correcta de hacerlo.


¿Por qué no nos animamos a pedir lo que necesitamos?


Muchas veces porque pedir es reconocer nuestra Vulnerabilidad, tengo que hablar de mi carencia, de lo que necesito de ti, y eso implica que no soy autosuficiente, no puedo con todo aunque me diga cosas de superwoman como “no necesito favores de nadie”, “qué van a pensar si pido x o Y cosa …”


Otras veces no pedimos porque creemos que el otro se tiene que dar cuenta solo: el comentario sobre un vestido que le hacemos a nuestro marido esperando que se dé cuenta que nos gusta … a ver si se acuerda y nos lo regala … y si no, ¡pobre de él que no nos escucha!


En el caso con mi amiga, ambas suponíamos que la otra entendería qué tipo de encuentro estábamos necesitando, y como somos amigas de toda la vida, no necesitamos decírnoslo todo ¿no? La otra nos conoce y se dará cuenta … ¡Gran error! ¡Cuidado con estas creencias que sólo nos traen enfados!


y por último, otra manera encubierta de no pedir sucede cuando en lugar de pedir esperamos que nos den … es decir NO NOS OFRECEMOS. Por ejemplo: me encanta el nuevo puesto/proyecto y yo creo que mi jefe porque me conoce, sabe de mi esfuerzo y desempeño, debería darse cuenta y ofrecérmelo. Mientras esperamos, en nuestra cabeza aparecen frases como: "¿Cómo lo voy a pedir? ¡Eso no se hace! Si te valoran ya te lo darán".


¿Qué nos pasa cuando vivimos situaciones de este tipo? En cualquiera de los tres casos, nos terminamos enfadando, nos resentimos con otros, nos frustramos.


Hay una manera de cortar este ciclo, y es simplemente, aprendiendo a pedir lo que necesito y hacerlo de la mejor manera posible.


Recuerda caminante del corazón, los pedidos bien hechos son los que

  • Hacemos en lugar de quejarnos.

  • Se hacen explícitamente. Evitemos suponer que por decir que algo me gusta o no me gusta, el otro hará lo que necesitamos.

  • Tienen en cuenta a la otra persona. Es decir que implican chequear que el otro puede hacerlo, tiene los recursos y la preparación necesaria.

  • Contienen temporalidad, se establece un momento, fecha y hora en el que necesitamos tenerlo.

  • Nos hacen ser predecibles si no vamos a cumplir para que el otro no se Mal sorprenda.

Como siempre, te dejo una fórmula que no falla para saber si estoy pidiendo correctamente:

  • Si pido + el otro acepta= Promesa (compromiso de recibir algo)

  • Si me ofrezco y el otro acepta= Promesa (compromiso de hacer algo)

¿Esto implica que siempre tengo que cumplir esos compromisos?


¡No! Puede pasarme que como hay tiempo entre una cosa y otra, no pueda cumplir. lo prometido o acordado. Sea la razón que sea, me parezca más o menos válida, lo importante en este caso es hacerme PREDECIBLE y comunicar al otro que no podré cumplir con el compromiso que hemos adquirido.

 

¿Y tú? ¿Qué pedidos descubriste que puede que no hayas hecho correctamente? ¿cuál de estas situaciones te ha quedado rebotando en tu cabeza porque hay algo similar que te ha pasado?


¿Qué pedido te comprometes a hacer mañana mismo? Ya sabes que si no ponemos en práctica lo que leemos, de poco sirve ... ¿te animas con alguno?


Yo te prometo que este es un ejercicio que practico en cada viaje a mi tierra natal.


Aprendí no sólo pedirle a Valeria lo que necesito, sino a mi familia: fue un cambio bestial poder priorizarlos y sacar tiempo para disfrutar de la cotidianeidad con ellos, a solas y compartir días como necesito. ¡Oféndase quien se ofenda! … porque amigos caminantes, ¡siempre habrá alguno!


A ese “ofendido” le digo: ¡Basta de enojos, aprendamos a pedir lo que necesitamos!


Mientras tanto, yo me vuelvo de mis viajes con el alma plena, con el corazón rebozando de alegría por haber cubierto esa necesidad de estar con quienes echo de menos cada día del año y de haber disfrutado de todas las sorpresas que surgen en el camino, ¡qué también las hay!.


Hasta la próxima y ¡buen camino con el corazón ... y los pies en la tierra! ¡A practicar nuestros pedidos!


 

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2 則留言


MARIA SOL LOPEZ
MARIA SOL LOPEZ
2020年8月27日

Gracias María Woites por el comentario, como siempre, compartiendo caminos y aprendizajes. De eso se trata, de seguir encontrando cosas para trabajarnos y crecer ¿no? Abrazo de oso, por un tiempo más a la distancia.

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MARIA WOITES
2020年8月27日

*"Muchas veces porque pedir es reconocer nuestra Vulnerabilidad, tengo que hablar de mi carencia, de lo que necesito de ti, y eso implica que no soy autosuficiente, no puedo con todo."

Cuán real y cierra en mí es eso. Algo con lo que estoy trabajando día a día.

Muy bueno Sol

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