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Foto del escritorSol López

La invasión de las redes sociales o ...¿nuestra dificultad para gestionarlas?

Actualizado: 27 oct 2020

Un tema complejo del que todos tenemos nuestras experiencias y opiniones. ¿Las compartimos?

Hace tiempo que escucho en reuniones familiares y de amigos lo malas que se están volviendo las redes sociales y los aplicativos de los teléfonos.


Escucho frases como:

“Los niños no deben pasar mucho tiempo en o con las pantallas, es dañino para …”

“Las redes sociales nos invaden …”

“Facebook o Instagram son el principal distractor para el teletrabajo …”


No digo que no sean ciertas muchas de estas cosas, pero estamos hablando de culpar a una herramienta por el uso que nosotros le damos o hacemos de la misma.


La herramienta en sí no es buena o mala, puede ser más o menos útil para los objetivos que nos planteamos en el día.


Si tuviera que enumerar todo lo positivo de las redes sociales, en contraposición a las opiniones amarillistas que se escuchan, diría cosas como:

  • Con Facebook he reencontrado personas que no veía desde mi adolescencia.

  • Puedo a través de Instagram compartir fotos de mis viajes con mi familia, aunque vivamos a millones de kilómetros físicos de distancia.

  • He conseguido publicitar mis servicios de coaching gratuitamente y de manera sencilla creando un perfil para ello, sin pagar nada adicional (En Facebook, Instagram y LinkedIn).

  • Con el WhatsApp hablo todos los días con mis padres, hermanas, sobrinas, primas y amigas a las que extraño. Hemos acortado las distancias físicas como en su día hicieron Messenger o los SMS o Skype, con avances magníficos porque podemos vernos y es casi parecido a estar cerquita.

  • Puedo ver noticias de cosas que me interesan, porque sí, efectivamente usan mis datos para poner la publicidad de lo que me gusta. Les sirve a las empresas también tener un servicio así que les acerque a los consumidores de sus productos.

Ahora bien, sé que cada frase, cualquiera podría complementarla con lo malo que tiene la red en cuestión. Pero analiza ese pensamiento que te ha venido a la mente y responde: ¿es culpa de la herramienta o del uso que decidimos hacer de la misma?


¿Me dices que las herramientas (empresas que hay por detrás) se aprovechan de este uso y crean adicción? ¿No sería lo mismo con el cigarrillo, el alcohol, la coca-cola, la televisión, los libros o cualquier otro entretenimiento que se te ocurra?


Mi pregunta más recurrente en estos debates es: ¿por qué culpamos a una herramienta de una conducta que nosotros conscientemente decidimos tener o de los cuidados que no hemos puesto con nuestros hijos?


Soy usuaria de las redes, me encanta poder mirar y sentirme más cerca de muchos aunque para no caer en el mal uso ponga medidas de seguridad. No hablo de permisos o no, que también, sino de moldear mi comportamiento.


Hace un tiempo, con el teletrabajo, empecé a notar que se me iban las horas de la mañana de manera muy rápida sin poder acabar el trabajo objetivo de ese día.


Al analizar mi comportamiento, empecé a descubrir que perdía mucho tiempo cuando me sentaba en el ordenador a primera hora, y al revisar el correo, me empezaba a liar con la ropa que me llega de oferta, las noticias y mensajería instantánea de amigos, quedaba enganchada horas buscando bolsos por internet que no tenía previsto comprar en el corto plazo, y así podría enumerarte mil ejemplos.


Pero amigos caminantes, asumamos nuestra responsabilidad, ¿la culpa es de Google, Facebook o Amazon? ¡No! Me niego a tirar balones fuera. La responsabilidad (que significa la capacidad de responder hábilmente) es totalmente mía, de mi falta de voluntad o hábitos que se me han colado sin ser consciente.


¿Está mal que los niños se pasen dos horas en la tablet jugando? ¿O queremos en realidad escurrir el bulto de que es más duro entrenarle en el hábito de la lectura luego porque puede atraerle menos? Piensa conmigo (sobre todo si tienes una edad): ¿cuántas horas nos pasábamos nosotros con el Mario Bross? ¿Qué opciones teníamos si no era mirar el único programa de televisión que nos interesaba y pasaban a las cinco de la tarde? ¿Son las mismas opciones que tienen hoy los niños? ¿Qué ayuda nos han dado aplicaciones actuales para enseñar y aprender pese a la pandemia?


Reflexionemos juntos: ¿estamos culpando a todas las facilidades que la tecnología nos ofrece por nuestra dificultad para hacer un uso adecuado de las mismas?

Esto me suena a un amigo que tenía que me regañaba por tener chocolate en la nevera. Argumentaba a gritos que era malo comprar chocolate y el chocolate mismo. Cuando quería acordarme ya no quedaba ni una onza en la nevera y me culpaba por comérselo: "Es tu culpa por comprarlo, no tendrías que tener nada de eso en la nevera"


¿Te suena ridículo en este caso? ¿Te das cuenta que es la misma locura? ¿Yo de verdad tengo la culpa de que tú no puedas controlar tu ansiedad con el chocolate? ¿Me culparías tú por ello?


¡Y cuidado!, fui la primera que al observar lo que me pasaba (mi pérdidas de tiempo y eficacia) tomé medidas para cambiar mi comportamiento o hábito recurrente: puse bloqueadores de navegación, me acostumbré a dejar el móvil silenciado para que no me distraiga, planifico días enteros sin meterme ni una sola vez a una red social/profesional, me establezco horas de límite de navegación en las redes, planifico mis recreos productivos y cómo quiero hacer uso de ellos, me prohíbo (internamente) irme de viaje y subir fotos hasta que hayan pasado los días para no quedar presa de la inmediatez y disfrutar del momento y lugar en el que estoy … y muchas más que puedo contarte.


Esta es la parte que me gusta, darme cuenta que es fácil culpar a factores externos y empezar a comprar las críticas simplistas del mundo moderno en lugar de asumir la responsabilidad de mi comportamiento.


Puedes comprar “las redes y aplicativos son malos, se entrometen en tu vida, te quitan tiempo, te restan productividad, bajan el nivel de las conversaciones …” o puedes detenerte a pensar: ¡Las herramientas o redes no tienen la capacidad de obligarme a hacer cosas! ¿Por qué me tienen atrapado? y desde allí trabajar para modificar tu conducta.


Ahora reflexiona y pregúntate: ¿en qué otros aspectos de tu vida estás culpando a factores externos de un comportamiento que no te agrada en lugar de asumir tu parte de culpa en ello? Porque la mala noticia, es que los hábitos se pegan y los malos hábitos más.


Cuando escucho a alguien decirme que un aparato tecnológico es malo, me planteo qué nivel de autocrítica tiene para culpar a un objeto de sus males y, sobre todo, en qué otro aspecto de tu vida se estará repitiendo.


Tampoco niego la adicción que las redes pueden provocarnos, el uso que las empresas hacen de estas estrategias para engancharnos en lo que les interesa vender y que nosotros compremos. No dejo de ver el mal que puede hacer un uso indebido de las mismas, pero la responsabilidad no está afuera, el poder lo tienes en tus propias manos. ¿A quién le estás cediendo ese poder?


Antes de terminar te dejo una foto que encontré cuando leía sobre tener foco y que ayuda a evitar o controlar las distracciones ... sólo por si te sirve y quieres empezar a no culpar a otros de tus males 😉

Caminantes del corazón, no quiero extenderme, no soy una erudita en el tema, sólo una usuaria de todo lo que me acerque a mi gente, la misma usuaria que pone cuidados donde haya que hacerlo y asumiendo siempre la parte de la que puedo hacerme cargo.


No pateemos balones fuera y hagamos uso de las facilidades tecnológicas de las que disfrutamos, con cabeza, que tienen mucho de bueno, aunque eso no venda titulares.


Estaré encantada de escuchar otras opiniones y experiencias, como siempre te invito a que las compartas porque es la diversidad la que nos hace crecer, repensar y cuestionarnos constantemente para seguir desarrollándonos.


Un abrazo VIRTUAL muy grande, porque gracias a esta tecnología puedo estar acompañándote cerquita como si caminase a tu lado.


 

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