Hace un tiempo escribí sobre la importancia de tener una tribu en nuestro ámbito profesional, cómo nos ayuda muchas veces a no desconectar con nuestra esencia como personas, redescubrir lo que nos hace vibrar y nos hace ser “especiales” entre el resto de la gente.
Te dejo ese primer post por si no lo leíste y para que puedas recordarlo.
Link al post anterior: https://www.caminoconelcorazon.net/post/las-tribus-africanas-la-m%C3%BAsica-y-los-equipos-profesionales
En esta oportunidad quería hace un post para pensar juntos cómo crear una tribu de personas que me ayuden a sostener mis valores y esencia en el ámbito profesional.
En nuestra vida vamos a formar parte de varias tribus, algunas vendrán a nosotros, como nuestras familias, pero otras tendremos que crearlas, como los equipos de trabajo, para alcanzar un objetivo.
¿Cómo podemos crear esa propia tribu?
Te contaré desde mi experiencia lo que ha funcionado y los mitos que no son necesarios para crear la tribu.
Si te pasa como a mí, nuestra mente empezará a cuestionar lo que podemos o no hacer para crear una tribu en nuestro trabajo o ambiente profesional. Te invito a cortar esos pensamientos con una frase que leí hace poco en Arma de titanes: ¿Por qué no ser el primero que lo intente? ¿por qué no ser el primero que corte con la mala onda de las mañana y empiece a saludar con una sonrisa? ¿por qué no ser el primero que deje de hablar mal de otros y resalte lo valioso de cada uno?.
El ego, querido caminante, nos juega en contra para estas cosas, y seguro tu cabeza pensará que será idiota por hacerlo, que tienes que tener “dignidad” u orgullo … la mala noticia es que haciendo esto, nos cargamos la mochila de cosas que pesan y no suman para hacer nuestro camino.
También soy consciente de que el histórico (experiencias pasadas) que tengamos con el equipo y con cada una de las personas que lo conforman, puede menguar tus ganas de hacer tribu con alguno. Lo que compartamos o no con ellos, generará más afinidad y facilidad para funcionar como tribu o no.
Independientemente de esto, de lo que se trata este post es de dejarte algunas ideas que funcionan y puedes probar para tratar de que tu equipo sea una tribu y que eso te ayude en momentos de dificultad.
Ya lo decía Simon Sinek:
“Si estamos preocupados por el daño que puedan hacerme los de dentro no podré ocuparme de las amenazas externas para combatirlas espalda con espalda”.
Por lo tanto lo primero es generar ese círculo de confianza entre los miembros de la tribu.
La primera etapa es la definición de la tribu con un objetivo o idea en común. Seguro encontramos algo en el equipo que nos mueve a todos a conseguirlo, a querer alcanzar un estado emocional en el trabajo, un objetivo a conseguir común y aceptado.
Mi consejo para ello es:
Centrarse en lo positivo de cada persona, lo que puede aportar y que nadie más en el equipo lo podría hacer con la misma calidad. ¿sabemos en qué somos especialmente buenos y en qué lo son los demás miembros del equipo? Igual tenemos que destinar un tiempo a conocernos más …
Reconocer lo que puedo aportar al equipo y de lo que deberán cuidarme (mi debilidad) o cuidarse. Es mi lado flaco, lo que no manejo del todo bien y puede jugarnos una mala pasada cuando aceche el enemigo.
Para continuar con la conformación de la tribu debemos compartir momentos y aprendizajes, vernos acertar y fallar sin juzgarnos. Sólo tener como lema el aprendizaje de los errores, no la culpa o la responsabilidad de lo que sale o conseguimos. En esta segunda fase la clave será entender los tiempos de cada uno para incorporar aprendizajes y dinámicas de equipo.
En esta fase me encanta la historia o moraleja del bambú. Esta planta pasa mucho tiempo creciendo bajo la superficie y un día de pronto, vemos los resultados. Es clave no juzgar el aprendizaje de cada uno, porque, aunque no lo veamos puede estar generando cambios internamente.
Compartir códigos comunes de comportamiento es importante: teníamos un profesor en la escuela de coaching que nos decía “los malos hábitos del equipo debemos erradicarlos todos. No podemos permitirnos caer en ellos ni una sola vez… acordar los “PROHIBIDO” del equipo suele funcionar bien para crear confianza y confidencialidad. Por ejemplo: prohibido criticar o hablar con otros de los comportamientos de un miembro de equipo, prohibido hablar de culpas ante los errores, prohibido intentar cambiar a los demás para sentirme más a gusto …
Confieso que soy más de la idea de lo que sí queremos conseguir que de lo que no, pero a veces ayuda a definir lo que no queremos fomentar en el equipo …
La tercera etapa en mi experiencia es la más allá de la comodidad: al inicio es normal que sólo consigamos conectar con algunos miembros de la tribu, los que por afinidad, o parecidos, nos caen mejor. En esta etapa tenemos que forzarnos a trabajar con los que nos cuesta. Obligarnos a compartir momentos y aprendizajes con los que no elegiríamos, respetando el código creado.
Recuerdo este momento en nuestra tribu de coaches: llevábamos meses trabajando con la tribu, quedaban pocas semanas de formación para alcanzar la certificación cuando nos comentan que van a generar dos subequipos. Te lo creas o no, me tocó con los que no hubiese elegido, con lo que no necesariamente tenía más afinidad, y eso me enojó … ¿Por qué no me dejaban disfrutar de las últimas clases con las personas más afines?
No sabíamos que estábamos en la recta final y el lema ahora era:
“No serás un gran coach hasta que cualquiera de los miembros de la tribu te deje coachearlo”
¡Qué gran reto! Todos y cada uno de mis compañeros debían confiar en mí como coach para conseguir certificarme … y acá es donde nos desafiaron de verdad.
Nos forzaron a trabajar con los que no estábamos cómodos, generar confianza y cercanía con los que no eliges naturalmente, y poco a poco empezamos a identificar los aspectos comunes que nos unían con ellos también, a detectar nuestras sombras en lo que nos molestaba de esos otros compañeros, a trabajar con un espejo que no devolvía lo agradable pero era nuestro, también era parte de la tribu, y debíamos amarlos para crecer.
Fue difícil y maravilloso a la vez. Aún recuerdo la última clase con ese grupo de "no elegidos" donde, emocionada, sin poder dejar de llorar, sólo pude decir GRACIAS a cada uno de los miembros de esa sub-tribu, por dejarme conocerlos, por mostrarme más de lo que la primera impresión nos deja ver en cada persona, por dejarme conocerlos así, por confiar en mí como coach y sobre todo porque me habían ayudado a crecer como profesional.
La última etapa fue la consolidación de la tribu, donde necesitamos generar una dinámica que nos mantenga motivados y unidos.
A veces creemos que por haber llegado hasta aquí es suficiente, pero necesitamos seguir trabajando para consolidar lo conseguido.
En los trabajos es cierto que lo tenemos más fácil porque nos “veremos” o seguiremos unidos con el objetivo del trabajo, pero en la mayor parte de las tribus necesitamos algunos rituales de continuidad.
A nosotros lo que nos funcionó, y perdiendo algunos miembros del equipo en el camino, fue seguir conectados por muchas vías: compartir redes sociales, generar encuentros esporádicos, coincidir en congresos o eventos que nos recuerden el camino por el que elegimos transitar … nos unía el coaching y querer ser los mejores de nuestra profesión, con la semilla germinando de que nunca se termina, porque siempre seguimos aprendiendo, con cada proceso y con cada coachee.
Aquí podríamos pensar en actividades no ligadas directamente al objetivo pero que generen pertenencia y mantengan viva la llama que hemos conseguido encender.
En mi equipo profesional, cuando dirigía una oficina en otro país, eran innegociables del presupuesto, las convenciones anuales, las comidas de equipo y algunas celebraciones más.
Son actividades de esparcimiento, que no están ligadas al objetivo de la consultoría ni de un cliente o proyecto, pero que daban al equipo sentido de pertenencia, de familia, de unión, de encontrar aquel bichito raro que cada uno llevaba dentro y que claramente nos había hecho elegir esa profesión ...
En estas actividades compartimos la vida, algo más allá de las tareas y responsabilidades que cada uno seguía cumpliendo al volver a la oficina.
Eran nuestros rituales sagrados porque sabíamos que, lo vivido en esos momentos, no se recuperaba luego en el trajín del día a día.
Como siempre espero haberte ayudado con la construcción de tu tribu porque he aprendido que aún en el ámbito profesional:
Necesitamos que nos recuerden quienes somos más allá de lo que hacemos, nuestra canción como en la tribu afriacana ¿la recuerdas?
Necesitamos ser cuidados del afuera y de nosotros mismos cuando nos salimos del camino.
Necesitamos un hombro en el que descansar cuando nuestros clientes nos han dado guerra toda la semana.
Necesitamos instancias para relajarnos y mostrarnos como somos de verdad, no ese superjecutivo que tratamos de mantener siempre en pie.
Necesitamos compartir lo que nos preocupa y ocupa, porque se hacen más livianas las cargas y se multiplican las alegrías.
Te deseo de todo corazón que seas el que inicie la tribu si aún no la tienes, porque no hay nada más maravilloso que compartir con otros el camino.
Si te ha gustado no olvides registrarte en el blog para recibir los artículos en tu correo al instante de que se publiquen y de seguirnos en nuestras redes sociales
Comments